1 Visitó, pues, Yahvé a Sara, como le dijera, e hizo con ella lo que le prometió;'
2 y
concibió Sara, y dio a Abraham un hijo en su ancianidad, al tiempo que le había
dicho Dios.
Dicho de otra manera, Yahvé hizo algo con Sara –tal como ya le había dicho- que le permitió quedar embarazada, a pesar de ser estéril. Veamos lo que dicen las otras versiones:
1 Y Jehová dirigió su atención a Sara tal como había dicho, y ahora Jehová hizo para con Sara tal como había hablado.
2 Y
Sara quedó encinta y entonces le dio a luz un hijo a Abrahán, en la vejez de
él, al tiempo señalado del cual le había hablado Dios. (BT)
1 Y
VISITÓ Jehová a Sara, como había dicho; e hizo Jehová con Sara como había
hablado.
2 Que
concibió y parió Sara a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios
dijo. (BP)
Por tanto no queda duda alguna de que Yahvé/Jehová le hizo algo específico, algo físico a Sara para que pudiese quedar embarazada, pues dada la edad ya dijo que no tenía menstruación, luego no ovulaba, y esto no puede ser otra cosa que una inovulación artifical, cuya técnica no era ningún secreto para los Elohim/Anunnakis, según contamos en el capítulo II.
Como de costumbre, las mujeres casi siempre se salen con la suya y Sara no era una excepción; así indica a Abraham que despida a la sierva Agar y su hijo Ismael (21,10-14), en este caso apoyada por Yahvé, lo que le permitió realizar nuevos “prodigios”.
Agar anduvo errante por el desierto hasta que se le terminó el agua (21,15) y en su desesperación puso a Ismael, su hijo, debajo de un arbusto. El muchacho lloró y he aquí que el mismísimo Yahvé lo oyó, o eso dice el mensajero:
17 Oyó Dios al niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos, diciendo: “¿Qué tienes, Agar? No temas, que ha escuchado Yahvé la voz del niño, que ahí está.
18 Levántate,
toma al niño y cógele de la mano, pues he de hacerle un gran pueblo.” (BC)
Es evidente que Yahvé o sus ayudantes estaban muy cerca observando las vicisitudes de Agar e Ismael. El hecho de que la voz venga del cielo, me inclina a pensar que, algún elemento volador debía encontrarse allí, visible o camuflado, desde el cual salía la voz. Que el elemento volador fuese tripulado directamente o a distancia, es algo que no podemos deducir. Lo que si es deducible, es el hecho de que el hagiógrafo interprete que habla el ángel –mensajero- puesto que dice “…ha escuchado Yahvé la voz del niño…”, pues si no habría dicho “…he escuchado la voz del niño…”, en cuyo caso habría interpretado que había hablado el mismísimo Yahvé.
El
hecho de que se “abrieran” los ojos de Agar y viera un pozo para llenar el odre
de agua, que antes no había viso, no tiene excesiva diicultad entenderlo,
puesto que si pueden camuflar un elemento volante, mucho más fácil es camuflar
un pozo, cuyo acto obligó al resto de los prodigios.
Parece
ser que el mismísimo Yahvé se ocupó de la formación de Ismael pues se dice en
21,20 : 20 Fue
Dios con el niño, que creció y habitó en el desierto, y de mayor fue arquero. Aunque lo más probable es
que se encargara algún ayudante/mensajero pues la versión de la BT dice los
Elohim, aunque ellos lo traduzcan por “Dios”: 20 Y
Dios continuó estando con el muchacho, y él siguió creciendo y morando en el
desierto; y se hizo arquero.
Sin
embargo en otro orden de cosas me llama la atención los siguientes versículos:
22 Sucedió
por entonces que Abimelec y Picol, jefe de su ejército, dijo a Abraham: “Dios
está contigo en todo cuanto haces.
23 Júrame,
pues, ahora por Dios que no has de engañarme a mí ni a mis descendientes, y
que, como te favorecí yo a ti, así harás tú conmigo y con la tierra por donde
andas.”
Por fin se habla de ejército además de criados, lo que corrobora las razones auténticas del por qué estaba Abraham por allí tal como dicen los textos sumerios: Defender la zona de la invasión de las tropas del dios Marduk. Por tanto la realidad de los regalos que recibe Abraham, presuntamente por desagraviarle por el acoso a su mujer, podría ser en realidad por el apoyo militar dado y que aquí se pretende ocultar, dado el carácter religioso y de adoctrinamiento.
En
cuanto a la pequeña discusión surgida entre Abraham y Abimelec (21,22-34) no tiene
mayor trascendencia que la de las siete corderas que, como todo el mundo sabe,
el siete se considera número mágico (compuesto de 3 que representa a Dios y 4
que representa a la Tierra) aunque pocos sepan el porqué. Sin embargo los
cabalistas sabrán entender perfectamente lo de “apartar siete corderas” que
puede ser una forma de simbolizar la descendencia de Abraham en esas tierras,
por ello son corderas y no corderos.
Recuerdo al lector que la palabra “Dios” en la Biblia, es la traducción incorrecta de la palabra “Elohim” que en realidad viene a significar “poderoso”, “fuerte”, y claramente se refiere a los Anunnakis. Cuando habla de “Yahvé/Jehová” está hablando de Enlil, el jefe de la expedición de los Anunnakis en la Tierra. Cuando habla de los “ángeles” en realidad está hablando de los “mensajeros”, es decir, de los Anunnakis de segunda categoría, los que comunicaban a los hebreos los mensajes de Yahvé/Jehová. La misión de la Biblia es servir de texto de referencia de la doctrina monoteísta de “El dios Yahvé/Jehová /Enlil” que se presenta como el creador del Universo, cosa absolutamente falsa, y como el único dios, cuando, en realidad, todos los príncipes y princesas del reino de Nibiru, se autodenominan dioses ante los humanos terrícolas, y su lucha por la hegemonía, les hace involucrar a los humanos en las guerras que tienen entre ellos. Los humanos somos por tanto el resultado de la hibridación, por lo que llevamos en nuestro ADN esa tendencia a querer imponer nuestro criterio y pensamiento incluso por la fuerza, tal como hicieron ellos.
En
resumen, en mi opinión, existe un/una creador/creadora del Universo, pues
alguien o algo lo ha tenido que crear, (para mi una energía primigenia con un
programa cuántico sublime) pero no existe un Dios. Los dioses fueron esos
personajes que dominaron el planeta durante milenios y que se repartieron el
mismo, probablemente de diferentes razas y procedencias, después de los
Anunnakis, y que los poderosos han mantenido hasta hoy unidos a las religiones
inventadas para dominar y esclavizar a la humanidad, mediante la técnica de
inculcarlas desde el nacimiento para que sea casi imposible borrar.
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