jueves, 17 de noviembre de 2022

GÉNESIS 12




En 1983 apareció el caso de la "niña probeta" inglesa, cuya noticia saltó a los periódicos y revistas de todo el mundo. Posteriormente se supo que tanto en Italia como en Estados Unidos, se habían hecho experimentos de "inovulación artificial" con pleno éxito, consiguiendo así que ciertas mujeres estériles puedan tener hijos, si otra mujer sirve de "incubadora", siendo sin embargo el hijo de la primera, puesto que el óvulo es suyo. También se habían realizado experiencias de inseminación artificial con pleno éxito, hasta el punto de que en EE.UU. se creó un banco de semen de genios para que, mediante la insemina­ción artificial, se puedan conseguir nuevos genios.

Los doctores Jizuka y Sawada, por esta época, informaron que en 1958 se habían concebido con éxito más de dos docenas de niños mediante esta técnica.

Más tarde, un médico de Filadelfia siguió un proceso similar utilizando semen almacenado desde hacía dos años, con lo cual fecundó a un corto número de mujeres cuyos maridos eran estéri­les.

El Director del Michigan University center for Research in Reproductive Biology, informó que en 1967 dieciocho mujeres, de un total de cuarenta y cuatro que habían recibido semen congelado desde hacía más de 18 meses, habían quedado embaraza­das.

Todo esto que en su momento asombró al mundo entero, hoy está perfectamente asimilado y aceptado, utilizándose de forma natural por quienes tienen necesidad.

En Inglaterra, Estados Unidos y otros países, varios grupos de científicos trabajaban ya en el desarrollo de una placenta artificial. Logrado esto es evidente que podrá prescindirse de la madre.

De igual forma hoy ya es posible conseguir niño o niña a voluntad y deseo de los padres; los éxitos son superiores al 70 %.

Todos estos experimentos se han desarrollado de tal manera que hoy es absolutamente normal obtener descendencia mediante la asistencia de estas técnicas, para aquellas parejas con dificultades de procrear o bien en los casos de parejas homo sexuales, utilizando incluso la gestación subrogada.

Todo el mundo sabe que, desde hace mucho tiempo, logramos mejorar las especies mediante los métodos que utilizan los criadores de plantas y animales. Es evidente que el hombre podría utilizar el mismo método para mejorar su especie, pero es difícil convencer a la gente de que se apareje por razones eugenésicas. Sin embargo todo esto sería posible mediante la "algenia" o ingeniería genética.

El doctor Edward L. Tatum del Rokefeller Institute, premiado con el Nobel decía:"...podemos prever como se manipulan los genes para introducir en ellos cambios intencionados incluso en el hombre", añadiendo que la ingeniería genética llegaría "quizá antes de lo que prevemos" (24). Sin duda estaba en lo cierto pues en la actualidad sabemos que se está experimentando con animales para que produzcan más de su producto a explotar -leche, carne, etc.- y con los humanos, como método de controlar enfermedades como el cáncer y otras de carácter hereditario.


Para llegar a estas concepciones ha sido necesario que previamente se hicieran diversos descubrimientos referentes a la herencia, y fue el monje moravio Gregorio Mendel quién llegó a la conclusión de que la herencia se produce por la reunión de lo que él llamaba "caracteres primarios" de ambos progenitores, uno de cuyos caracteres a veces domina u oscurece a los otros. A estos factores hoy les llamamos genes.



Esta es la fantástica programación intrínseca de la vida sobre nuestro planeta, con datos muy  específicos.

Gracias al perfeccionamiento que representa el microscopio de inmersión en aceite, descubrieron los biólogos, dentro del núcleo de cada célula, unos palitos oscuros que se partían longitudinalmente cuando la célula se dividía y, sucedía otro tanto con cada célula hija. En cambio cuando se formaba un espermatozoide o un óvulo, el mecanismo funcionaba de manera diferente pues la célula hija solo recibía la mitad de los cromosomas -que así se llama a estos palitos- y en el momento de la fecundación -cuando el óvulo y el espermatozoide se fundían- volvía a quedar el número primitivo de cromosomas. Este es el mecanismo mediante el cual se entremezclan los caracteres al pasar de padres a hijos.

Este descubrimiento provocó el estudio intensivo de la herencia cromosómica, utilizando principalmente como sujeto a la mosca de la fruta, la Drosophila.

En 1944 Oswald Avery inmunoquímico americano, demostró que las instrucciones de la herencia se transmiten en la estructura de la molécula de un ácido llamado desoxirribonucleico, llamado abreviadamente ADN.

El ADN es una molécula doble: dos largas cadenas moleculares enroscadas una sobre otra en forma de doble hélice. Cada cadena está formada de unas unidades llamadas nucleótidos (como si fuese un collar formado por cuatro tipos de cuentas) que conforman cada peldaño de esta "escalera de caracol". Cada cuenta es una "base nitrogenada" cuyos nombres son: adenina (A), tinina (T), citorina (C) y guanina (G).

Estas cuentas se emparejan siempre lo mismo: la A con la T y la C con la G, manteniendo unidas así a las dos hebras.

El ADN está diseñado para transmitir información que se traduce en proteínas.

Existe una molécula helicoidal de una sola hebra llamada ácido ribonucleico (ARN), que puede formar parte de la cadena de ADN y, al separarse de ésta, transmite instrucciones a la maquinaria activa de la célula.

El ADN humano contiene mil millones de nucleótidos y es el encargado de regular la formación y el funcionamiento de la célula.

Una célula es una bolsa de paredes permeables que admite selectivamente una gran variedad de sustancias, que luego toman parte en las reacciones químicas que producen las sustancias necesitadas por la célula; también produce productos desecho que sacará al exterior. El control de estas reacciones químicas lo realizan las enzimas.

Hay miles de clases de enzimas, y cada una hace de cataliza­dor en una determinada reacción química. El ADN produce en el momento oportuno la enzima adecuada.

Las enzimas pertenecen a una de las moléculas necesarias para la vida: las proteínas. Una proteína puede constar de centenares y hasta millares de aminoácidos, enlazados en una cadena que tiende a formar una espiral, con átomos de hidrógeno como nexos para sujetar firmemente las espirales en su sitio. En la elaboración de las proteínas solo intervienen veinte aminoáci­dos diferentes que permiten incontables combinaciones de materiales biológicos.

¿Cómo actúa el ADN para producir las enzimas requeridas? Para especificar un aminoácido concreto bastan tres nucleótidos. Así la combinación ACG en la cadena del ácido nucleico hace que el aminoácido lisina se añada a la cadena proteínica que se está formando. La secuencia de nucleótidos necesarios para especificar una enzima completa constituye un gene y, como una enzima contiene un centenar o más de aminoácidos, se necesita una buena cantidad de ADN para realizar la tarea. Se precisan unos mil genes para componer las enzimas de una célula y quizá unos diez mil para especificar todos los tipos de células que componen un ser humano.

La cadena de ADN contiene también tripletes que sirven de indicadores de arranque y de paro para que "la clave" se lea en el sentido adecuado.

Gordon Raltray en su libro "La revolución biológica", de donde hemos tomado gran parte de la información sobre Biología, dice que una vez que los biólogos desentrañen la naturaleza de las conexiones que forman los genes, se podrá estructurar programas -mediante computadores- para la construcción de organismos (plantas y animales) mejorados e incluso hombres perfeccionados e incluso criaturas sobrehumanas.

En 1963 A.S. Fox y S.B. Yoon, de la Wisconsin University, anunciaron una transformación, que se dijo era la primera conseguida, excepto en bacterias. Dichos científicos trataron a una raza de moscas de la fruta con ADN extraídos de moscas de otra raza. La descendencia de algunas de aquellas moscas se diferenció genéticamente de sus progenitores, y la variación se mantuvo fielmente por espacio de siete generaciones, al cabo de las cuales desapareció de nuevo.

El doctor Teh Ping Ling, de S.Francisco, en 1966 anunció que había conseguido inyectar una pequeña cantidad de globulina bovina en óvulos de ratón fecundado, sin afectar a su desarrollo.

Era la primera vez que se conseguía la microinyección en óvulos de mamífero, dada su dificultad por ser más recia la membrana exterior de estos óvulos que la correspondiente a animales no mamíferos.

Es indudable que la investigación conducirá a conseguir las técnicas necesarias para llegar con pleno éxito a la intervención genética.


Es posible que la microcirugía del ADN se logre por métodos físicos: finos haces de luz láser o rayos X para cortar la molécula del ADN por los puntos deseados, o para arrancar pequeñas secciones, con objeto de eliminar defectos específicos.


Otros científicos consideran más factible utilizar virus para introducir mensajes en el interior de la célula.

Se ha conseguido preparar en el laboratorio moléculas del tipo de las del ácido nucleico, capaces de reunir aminoácidos, formando con ellas estructuras de tipo proteínico. De esta forma bastará con inyectar la molécula precisa de ADN entera, mediante la técnica perfeccionada del doctor Téh.

El profesor Lederberg opina que el primer paso para conseguir en el futuro el perfeccionamiento del género humano, puede consistir en implantar núcleos de células humanas en animales, en monos quizá, produciendo así híbridos.

Resumiendo, podemos ver que, considerando los descubrimien­tos respecto al almacenamiento de células germinales y a la inovulación, así como a la conquista de la fecundación "in vitro", disponemos de un poder considerable en el campo de intervenir en la herencia.

En el verano del 82, ya aparecía en la revista Interviú un artículo con imágenes de embriones congelados. Esta técnica, fue desarrollada por el doctor Jean Renard, la cual consiste en congelar los embriones a -196 grados C, en nitrógeno líquido. La descongelación se realiza al baño de María a una temperatura de 25 a 37 grados. Una vez descongelado, el embrión es devuelto al útero materno, donde se desarrollará.

Esta técnica, decía el doctor Patrick Steptoe de Inglaterra (hasta entonces los únicos que habían practicado la fecundación "in vitro" en Europa) permite disponer de un banco de embriones congelados que es más factible que el de óvulos, puesto que el óvulo es más frágil.

El profesor Papiernick que dirige la unidad de Fisología y Psicología de la Reproducción Humana en la sede del INSERM de Francia con su equipo, consiguió la primera bebé-probeta francesa, (Amandine nació el 24 de febrero de 1981, con 3,240 Kg de peso y 51 cm. de estatura) después de practicar unas siete fecundaciones "in vitro" que dieron lugar a los correspondientes embarazos, pero solo otro llegó a buen fin.

La técnica seguida con el caso de Amadine, fue extraer el óvulo materno y después practicar la fecundación "in vitro" con el esperma del padre. El huevo obtenido de esta forma se volvió a colocar, sin ser dañado, en el útero materno cuando contaba con ocho células, pero antes había sido congelado y vuelto a descongelar.

Hay que saber que en estos casos de bebés probeta, los embriones se reproducen en la probeta a unas tres células diarias.

En este mismo artículo se decía también: "Recientemente, un investigador americano ha operado a una mujer transfiriéndoles genes para provocar que su talasemia (enfermedad de la sangre) no se transmita a su descendencia".

Y más adelante: "...también existe la ambición de llegar a la sublimidad de la manipulación del género humano, de manera que sea posible conseguir en el laboratorio el "genio genético", ese engendro, cúmulo de belleza e inteligencia, perfecto en sus acciones y en sus manifestaciones. La experiencia está en curso en el mundo vegetal y animal y, no son pocos los logros obteni­dos" (25).

Supongo a estas alturas, el lector habrá sacado sus propias conclusiones considerando todo lo expuesto hasta estos momentos. No obstante, me permitiré expresar las mías para que así pueda contrastarlas (con todos mis respetos a quien crea otra cosa): Adán (que no el hombre) es creado "in vitro" partiendo de un óvulo perteneciente a una hembra homínida de nuestro planeta Tierra y un espermatozoo perteneciente a uno de esos seres celestes, extraterrestres, dioses, de otra dimensión o simplemen­te supervivientes de una supercivilización; incluso me atrevería a pensar que ese espermatozoo es del mismo Yahweh u otro Elohim, habiendo sido intervenido previamente el óvulo mediante Ingeniería Genética para conseguir las características predefinidas. La gestación se pudo llevar a cabo mediante una placenta artificial, lo que permitiría un control constante de todo el proceso o bien utilizando una hembra terrestre o Elohim.


Así lo pensé hace 40 años sin haber leído aún el libro sumerio pues no se editó en España hasta el 2002 y yo lo leí hace unos 8 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GÉNESIS 129

  Pero para poder estudiar bien las reacciones que tendrán y las alteraciones psicofísicas que estas reacciones provocarán, es necesario int...