jueves, 22 de junio de 2023
GÉNESIS 110
1 Al cabo de dos años soñó el faraón que estaba a orillas del río,
2 y veía subir de él siete vacas hermosas y metidas en carnes, que se pusieron a pacer entre los juncos,
3 pero he aquí que después subieron del río otras siete vacas feas y muy flacas, y se pusieron junto a las siete que estaban a la orilla del río,
4 y las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete hermosas y gordas; y el faraón se despertó.'
Este es el primer sueño que tuvo el Faraón, no sabemos cual, pues el autor sagrado no lo quiso decir. Pero a continuación tuvo el segundo sueño.
5 Volvió a dormirse, y por segunda vez soñó que veía siete espigas, que salían de una sola caña de trigo muy granadas y hermosas;'
6 pero detrás de ellas brotaron siete espigas flacas y quemadas por el viento solano,
7 y las siete espigas flacas y quemadas devoraron a las siete espigas hermosas y granadas, y se despertó el faraón. Este fue el sueño.
Dada la importancia que se concedía a los sueños en la antigüedad -no sin razón- el faraón cuando se levantó anduvo muy preocupado y mandó llamar a todos los adivinos y sabios de Egipto para que le interpretaran sus sueños. Esto es natural, puesto que eran los representantes de la ciencia sagrada y por tanto intérpretes de sueños, mas no fueron capaces de interpretarlos.
Es aquí donde cabe pensar en una posible intervención de los Elohim, pues resulta muy extraño que nadie fuese capaz de interpretar tal ensueño, especialmente considerando los símbolos que aparecen en los mismos ya que la vaca era el símbolo de Isis y de Hator, diosa de la fertilidad, y más considerando la aparición del número 7, número sagrado por excelencia. Sin embargo, la incapacidad de los adivinos egipcios fue total, dando así a José la oportunidad de interpretarlos él.
El copero se acordó de José y le contó al faraón cómo a él y al repostero les había interpretado sus sueños cumpliéndose lo que José les había dicho por lo cual el faraón lo mandó llamar y apresuradamente le sacaron de la prisión. Se cortó el pelo, se mudó de ropas y se fue a ver al faraón. (41,14).
En realidad le raparían la cabeza a navaja y luego se cubriría con una peluca como era costumbre en Egipto. (111)
Cuando estaba José en presencia del faraón le dijo: “He tenido un sueño y no hay quien me lo interprete y he oído hablar de ti que en cuanto oyes un sueño lo interpretas”. José respondió: “No yo, Dios será el que dé una respuesta favorable al faraón”. (41,15-16).
Esta respuesta de José no sabemos si tomarla al pie de la letra, en el sentido de que Elohim era realmente quien le comunicaba la respuesta o si se trata solo de una creencia que suelen tener las personas muy religiosas, las cuales atribuyen todo a la intervención divina.
El faraón cuenta a José sus sueños, (41,17-24) y así responde José: El sueño del faraón es uno solo, Dios ha dado a conocer al faraón lo que va a hacer Las siete vacas hermosas son siete años y las siete espigas hermosas siete años. El sueño es uno solo. Las siete vacas flacas y malas que subían detrás de las otras son otros siete años y las siete espigas secas y quemadas del viento solano son siete años de hambre. Es lo que ha dicho al faraón, que Dios le ha mostrado lo que va a hacer. Vendrán siete años de abundancia en toda la tierra de Egipto y detrás de ellos vendrán siete años de escasez. ¿Qué harán? Se olvide toda la abundancia en la tierra de Egipto. Y el hambre consumirá la tierra. No se conocerá la abundancia en la tierra a causa de la escasez porque ésta será muy grande. (41,25-31)
Atribuye José a Elohim lo que va a suceder y el sueño indicándoselo por dos veces en su contestación. Pensamos sinceramente que esto no tenía por qué ser así necesariamente, puesto que Egipto dependía de la fertilidad de la tierra y ésta dependía del riego del Nilo. Cuando el Nilo se desbordaba no sólo anegaba sus riberas, sino que gracias a una sabia red de canales, permitía el riego de las tierras, cuestión esta que siempre preocupó a los faraones. Es natural pues, que si se producía una sequía, las aguas del Nilo disminuyesen hasta el punto de no permitir el riego, con lo cual las cosechas se verían malogradas.
A un faraón de la III Dinastía le hacen decir los sacerdotes de Kanum en la época tolemaica: “Estoy desolado porque el río no se desborda en un periodo de siete años, falta el grano, los campos están secos y escasea el alimento. ¿Acude un hombre a sus vecinos? Todos huyen para no volver. Los niños lloran, los jóvenes languidecen, el corazón de los ancianos desfallece, sus piernas no tienen fuerza y cruzados los brazos se sientan en tierra. (112)
Por otra parte, que la abundancia y escasez es provocada por las aguas del Nilo, queda reflejado en el sueño aunque en la contestación de José no se haga mención, puesto que para ellos era obvio. Recordemos algunas frases del primer sueño: Le parecía que estaba junto al río y que del río subían … Y que tras ellos subían del río … A la orilla del río ...
José vuelve a insistir en su atribución a Dios (a Elohim) de lo que va a suceder: “Cuanto a la repetición del sueño al faraón por dos veces es que el suceso está firmemente decretado por Dios y que Dios se apresurará a hacerlo”. (41.32)
Que durante siete años consecutivos se desbordase el Nilo, haciendo que las cosechas fuesen copiosas y que a continuación durante otros siete años no se desbordase, puede atribuirse a la intervención de los Elohim, pues probablemente tendrían capacidad técnica para controlar las lluvias, mas me inclino a pensar que se trata simplemente de ciclos en la climatología pues en España llevamos más de siete años ya de sequía y algunas catástrofes, en cambio, por las aguas, sin embargo los Elohim no han intervenido en esto ¡vamos, creo yo!
José recomienda al faraón que busque a una persona inteligente que dirija el país, haciendo acopio de las cosechas durante los años buenos y guardando para cuando vengan los años de escasez. (41,33-36)
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