1 Raquel,
viendo que no daba hijos a Jacob, estaba celosa de su hermana, y dijo a Jacob:
“Dame hijos o me muero.”
2 Airóse
Jacob contra Raquel, y le dijo: “¿Por ventura soy yo Dios, que te he hecho
estéril?”
Como sucede hoy con las
personas muy religiosas, achaca Jacob la desgracia de Raquel a dios, la
voluntad de Elohim, mas como decía en el capítulo anterior, no parece que en
este caso haya una intervención deliberada de los Elohim pues en 30,22-24 se
dice: 22 Acordóse
Dios de Raquel, la oyó y la hizo fecunda.
23 Concibió,
pues, y parió un hijo, y dijo: “Dios ha quitado mi afrenta,”
24 y
le llamó José, pues dijo: “Que me añada Yahvé otro hijo.”
Raquel
recurre, para tener un hijo, a cuanto puede, y así no duda en solicitar a su
hermana las mandrágoras que había cogido Rubén en el campo, pues se consideraba
que favorecía la fecundidad.
14 Salió
Rubén al tiempo de la siega del trigo, y halló en el campo unas mandrágoras, y
se las trajo a Lía, su madre, y dijo Raquel a Lía: “Dame, por favor, de las
mandrágoras de tu hijo.”
15 Lía
le contestó: “¿Te parece todavía poco haberme quitado el marido, que quieres
quitarme también las mandrágoras de mi hijo?” Y le dijo Raquel: “Pues que
duerma esta noche contigo a cambio de las mandrágoras de tu hijo.”
Labán que era un
“pillastre”, dice a sus hijos que separen todas las reses manchadas y se las
llevan a tres días de camino de donde está Jacob, y así le deja sin nada, por
lo cual Jacob recurre a una técnica muy especial para que las crías nazcan
manchadas: 37 Tomó
Jacob varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y, haciendo en ellas
unos cortes, las desdescortezaba, dejando lo blanco de las varas al
descubierto.
38 Puso
después las varas así descortezadas en los canales de los abrevaderos adonde
venía el ganado a beber;'
39 y
las que se apareaban a la vista de las varas, parían crías rayadas y manchadas.
Por
tanto, al igual que con los anteriores patriarcas, Yahvé/Jehová se muestra
propicio a enriquecer a su seguidor fiel Jacob, en este caso enseñándole la
curiosa técnica de conseguir rebaños manchados.
Robert
Charrouse (100) expone algunos casos de impregnación y cita a Laetitia Ramolino
que hallándose embarazada de Napoleón, tomó parte en auténticas batallas en el
bando de Paoli, por el cual sentía gran admiración, lo que provocó una
impregnación en sus hijos, especialmente Napoleón , que tuvieron el templo de
Paoli.
También
cita a Hipócrates como conocedor de este fenómeno y el texto chino Ko Hung en
el cual se expone claramente.
A
modo de explicación dice: “El proceso bioeléctrico de la huella parece estar
relacionado con el de las manchas pigmentarias, manchas hepáticas, etc.
provocadas con frecuencia por afecciones biliares.”
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