domingo, 15 de enero de 2023

GÉNESIS 92

 


 

Raquel, viendo que no daba hijos a Jacob, estaba celosa de su hermana, y dijo a Jacob: “Dame hijos o me muero.”

Airóse Jacob contra Raquel, y le dijo: “¿Por ventura soy yo Dios, que te he hecho estéril?”

 

Como sucede hoy con las personas muy religiosas, achaca Jacob la desgracia de Raquel a dios, la voluntad de Elohim, mas como decía en el capítulo anterior, no parece que en este caso haya una intervención deliberada de los Elohim pues en 30,22-24 se dice: 22 Acordóse Dios de Raquel, la oyó y la hizo fecunda.

23 Concibió, pues, y parió un hijo, y dijo: “Dios ha quitado mi afrenta,”

24 y le llamó José, pues dijo: “Que me añada Yahvé otro hijo.”

 En esta ocasión se hace responsable a Elohim de la dicha de tener un hijo, de igual forma que antes de no tenerlo y para forzar la situación un poco en plan mágico, le pone por nombre José, que significa “El añade”, solicitando de esta forma tener otro hijo.

Raquel recurre, para tener un hijo, a cuanto puede, y así no duda en solicitar a su hermana las mandrágoras que había cogido Rubén en el campo, pues se consideraba que favorecía la fecundidad.

14 Salió Rubén al tiempo de la siega del trigo, y halló en el campo unas mandrágoras, y se las trajo a Lía, su madre, y dijo Raquel a Lía: “Dame, por favor, de las mandrágoras de tu hijo.”

15 Lía le contestó: “¿Te parece todavía poco haberme quitado el marido, que quieres quitarme también las mandrágoras de mi hijo?” Y le dijo Raquel: “Pues que duerma esta noche contigo a cambio de las mandrágoras de tu hijo.”

 Raquel compra las mandrágoras a cambio de su marido, lo que explica que Jacob se acostaba pocas veces con Lía, puesto que ella aceptó el cambio.

 Sin duda la parte más interesante de este capítulo es en la que se narra como Jacob se hace con el mejor ganado de los rebaños de su tío, valiéndose de una técnica poco común. Y todo ello viene a continuación del acuerdo que habían tomado su tío Labán y él:  32 Yo pasaré hoy por entre todos tus rebaños, y separaré toda res manchada o rayada entre los corderos y toda res manchada entre las cabras. Eso será mi salario.

Labán que era un “pillastre”, dice a sus hijos que separen todas las reses manchadas y se las llevan a tres días de camino de donde está Jacob, y así le deja sin nada, por lo cual Jacob recurre a una técnica muy especial para que las crías nazcan manchadas: 37 Tomó Jacob varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y, haciendo en ellas unos cortes, las desdescortezaba, dejando lo blanco de las varas al descubierto.

38 Puso después las varas así descortezadas en los canales de los abrevaderos adonde venía el ganado a beber;'

39 y las que se apareaban a la vista de las varas, parían crías rayadas y manchadas.

 Aunque San Crisóstomo y Teodoreto atribuían a milagro el que nacieran manchadas las crías, San Jerónimo, San Agustín y San Isidoro lo tenían por natural y lo confirman con varios ejemplos. (99)

 Recuerdo haber leído el caso de una gata cuyos retoños presentaban el pelaje unas manchas que se identificaban como letras, investigado el caso, se descubrió que la gata tenía “su nido” sobre un saco el cual tenía pintados unos letreros. Las letras que aparecían en el pelaje de los gatitos, se correspondían exactamente con fragmentos de los letreros del saco.

 Lo asombroso es que Jacob supiera esta técnica en aquella época, hace casi 4000 años.

 Jacob riza el rizo de su técnica poniendo las cañas descortezadas solo cuando se apareaban las reses más fuertes, consiguiendo de esta forma que su tío se quedase con las débiles, mientras él conseguía para si las más vigorosas. (30,41-42)

 43 Vino a ser Jacob rico en extremo, dueño de numerosos rebaños, de siervos y de siervas, de camellos y de asnos.

Por tanto, al igual que con los anteriores patriarcas, Yahvé/Jehová se muestra propicio a enriquecer a su seguidor fiel Jacob, en este caso enseñándole la curiosa técnica de conseguir rebaños manchados.

Robert Charrouse (100) expone algunos casos de impregnación y cita a Laetitia Ramolino que hallándose embarazada de Napoleón, tomó parte en auténticas batallas en el bando de Paoli, por el cual sentía gran admiración, lo que provocó una impregnación en sus hijos, especialmente Napoleón , que tuvieron el templo de Paoli.

También cita a Hipócrates como conocedor de este fenómeno y el texto chino Ko Hung en el cual se expone claramente.

A modo de explicación dice: “El proceso bioeléctrico de la huella parece estar relacionado con el de las manchas pigmentarias, manchas hepáticas, etc. provocadas con frecuencia por afecciones biliares.”

 

 

 

 

 

 

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