miércoles, 28 de junio de 2023

GÉNESIS 113

 

 




Jacob envía a sus hijos Egipto a comprar trigo pero se queda con Benjamín por temor a que le sucediese algo. (42,1-5)

Recordemos que Jacob amaba especialmente a Raquel y a los hijos que tuvo de ésta. Al faltar José, sólo le queda Benjamín, razón por la cual no se atreve a dejarlo salir.

Llegan a  Egipto los diez hermanos de José y como era “el jefe de la tierra y el que vendía el trigo”, los hermanos tuvieron que recurrir a él, y al encontrarlo “se postraron en tierra” (42,6) cosa que podemos ver en los monumentos hoy como están con rostro en tierra los asiáticos ante los prefectos egipcios.

Al verlos, José los reconoció, pero disimuló, y les habló con dureza, diciéndoles: “¿De dónde venís?”; y ellos respondieron: “De la tierra de Canaán para comprar mantenimientos.”

 Cuesta creer que la mano derecha del faraón, el primer ministro, sea el que directamente tratase con la gente que fuese a comprar trigo. Y además no olvidemos que el trigo no estaba concentrado en un solo lugar sino todo lo contrario. Me inclino a pensar que José, pensando en su familia, en volverla a ver, provocó el encuentro. Tal vez se comunicaría a los encargados de la venta en cada ciudad que cuando ellos, sus hermanos, se presentasen a comprar trigo, los enviasen a él. Bastaría, para saber quiénes eran, con preguntar sus nombres y procedencia a todos los compradores. De esta forma se explicaría que José fuese visitado por sus hermanos para solicitarle el trigo.

Es evidente que esta pregunta sobra, así como otras que, si bien no se formulan aquí, Judá dice a su padre en el capítulo 43: “Aquel hombre nos preguntó insistentemente sobre nosotros y sobre nuestra familia y nos dijo: “¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis algún otro hermano?” Y nosotros contestamos según las preguntas.

José les acusa de espías insistentemente versículos 9, 12, 14 y 16 y aunque no aparezcan las preguntas que en buena lógica les haría José, así aparecen las respuestas.

13 Ellos dijeron: “Eramos tus siervos doce hermanos, todos del mismo padre, en la tierra de Canaán; el más pequeño se quedó con nuestro padre, y el otro no vive ya.”

 José insiste con el propósito de forzar la situación para ver a su hermano de madre Benjamín. Por esto los mete en la cárcel y dice que vaya uno a buscar a su hermano menor y no los sacará hasta que vuelvan los dos. Mas las emociones deben de haberle trastornado un poco y al tercer día cambió de opinión:

18 Al tercero les dijo José: “Haced esto y viviréis, pues yo temo a Dios.

19 Si en verdad sois gente buena, que se quede uno de los hermanos preso en la cárcel donde estáis, y los otros id a llevar el trigo para remediar el hambre de vuestras casas,

20 y me traéis a vuestro hermano menor para probar la verdad de vuestras palabras, y no moriréis.”

 Se observa de nuevo la interpretación libre del hagiógrafo en la frase “pues yo temo a Dios” o tal vez sea errónea o intencionada la traducción, pero lo lógico sería decir “pues yo temo a los dioses” o bien “pues yo temo al dios Ra” o cualquier otro, pero no podría decir José “a Dios”, sin más, puesto que los egipcios tenían varios dioses y lógicamente José no se iba a descubrir diciendo que tenía a los Elohim.

Los hermanos comenzaron a creer que toda aquella desgracia les venía en castigo por lo que hicieron a su hermano José. (42,21-22) Vemos esta constante en la Biblia inculcada por los Elohim de considerar que las desgracias que les vienen es ese castigo de sus faltas impuestos por ELLOS. Esto para mí es una verdad a medias, puesto que es indudable que los errores que cometemos en la vida los pagamos, mas no por intervención divina, sino porque las leyes naturales así lo imponen, gracias a lo cual aprendemos, es decir, aprendemos a base de errores.

23 Ellos no tenían idea que Yosef los entendía, puesto que un intérprete estaba traduciendo para ellos.

24 Yosef se apartó de ellos y lloró; entonces regresó y habló con ellos: ' El tomó a Shimeon de entre ellos y lo puso en prisión delante de sus ojos.

25 Luego ordenó que llenaran sus sacos de grano, que el dinero de todos los hombres fuera puesto de regreso en su saco y que le fueran dadas provisiones para el viaje. Cuando estas cosas fueron hechas para ellos,

26 cargaron el grano en sus asnos y se fueron.

 La sorpresa vino cuando descubrieron que un saco tenía el dinero, pues se decían unos a otros, ¿qué será esto que ha hecho Dios con nosotros? “42,28”

De nuevo viene la atribución a Dios de un hecho inexplicable para ellos. O deberíamos traducir Elohim, ¿verdad? A pesar de las repetidas menciones que se hace de Elohim, a partir del capítulo 37, es siempre atribuyéndole determinados hechos, pero ellos no se manifiestan claramente, o más probablemente no existe manifestación alguna sino sólo atribuciones que la gente les da, como en este caso claro y palpable.

Cuando llegaron a su casa, le contaron a Jacob cuanto había sucedido y lo que les había pedido “el señor de aquella tierra”, llevar a Benjamín, y después, cuando abrieron los sacos y descubrieron cada uno su dinero en la boca de los sacos, se llenaron de temor ellos y Jacob (42,29-35)

36 Jacob, su padre, les dijo: “¡Vais a dejarme sin hijos! José desapareció, Simeón desapareció, y ¿vais a llevaros a Benjamín? Todo esto ha venido sobre mí.”

  Jacob/ Israel, estaba francamente asustado sin saber qué pensar de todos estos sucesos y tiene un miedo atroz de que Benjamín también desaparezca. Por ello Rubén dijo a su padre:

37 Rubén dijo a su padre: “Haz morir a mis dos hijos si yo no te devuelvo a Benjamín. Entrégamelo y yo te lo devolveré.”

 Pero Israel no está dispuesto a semejante cambio y por ello:

38 El le contestó: “No bajará mi hijo con vosotros. Su hermano murió y no queda más que él. Si en el viaje que vais a hacer le ocurre una desgracia, haréis descender en dolor mis canas al sepulcro.”

Supongo que esta última frase no necesita explicación alguna, aun a pesar de la forma figurada.

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