Tampoco nos extraña la afirmación de que fuese malo a los ojos de Yahvé/Jehová, lo cual indicaría que hacía algo contrario a las leyes o costumbres hebreas o bien a los mandatos impuestos por los Elohim y si así fue tampoco es de extrañar que los Elohim lo eliminasen, igual que permitieron la masacre que se narra en el capítulo 34.
8 Entonces dijo Judá a Onán: “Entra a la mujer de tu hermano y tómala, como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano.”
La ley del Levirato expuesta en Deuteronomio 25,5-10 se funda en un sentimiento de piedad fraterna para con el difunto, a fin de que, siquiera por una ficción jurídica, no careciese de sucesión. Por eso está tan mal mirado el olvido de este deber. De Onán se deriva el vicio de “onanismo” contra los fines del matrimonio, y que aquí nos describe el autor sagrado como detestado por Dios (Elohim). (109)
Realmente era una ley curiosa, mediante la cual, no había capacidad de elección, salvo que no le importara ser llamado “el descalzado” para toda su vida, según se expone en Deuteronomio 25,10, y encima la descendencia no sería considerada suya sino del hermano, es decir, que para que no se perdiera el nombre de su hermano, había de perder el propio. Por ello Onán hizo lo que hizo: 9 Pero Onán, sabiendo que la prole no era suya, cuando entraba a la mujer de su hermano, se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano.
Por no cumplir con la ley, Onán, al igual que su hermano muere: 10 Era malo a los ojos de Yahvé lo que hacía Onán, y le mató también a él.
Desde luego, este dios no se andaba con pequeñeces, o se cumplía la ley o se eliminaba al incumplidor. No tenía posibilidad de rectificar.
Judá manda a su nuera con su padre, prometiéndole darle a su hijo Sela cuando sea mayor, mas como esto no se cumplió, ella recurre a una estratagema para obtener descendencia, aprovechando la circunstancia de que Judá se queda viudo y debía tener necesidad de relaciones sexuales. Se disfraza de ramera y espera en el lugar donde le habían dicho que iría su suegro a trasquilar sus ovejas. (38,14)
Tal como pensó sucedió, él la solicita para acostarse con ella y como pago le promete un cabrito, más ella le solicita en prenda –mientras le llega el cabrito- su sello, su cordón y su báculo.
Cuando Judá envía el cabrito para pagar la deuda y recuperar sus cosas, la “ramera” no está, ni nadie sabe nada de ella. (38,20-22)
Vemos como la prostitución femenina es muy antigua y ya entonces estaba perfectamente asumida tanto respecto a las prostitutas como respecto a los hombres que hacían uso de ella.
Al cabo de unos tres meses, le avisan a Judá que su nuera está embarazada y él dijo: “Scadala y sea quemada” (38,24)
Esto hace pensar que a tal dios tales fieles, pues ellos también tienen unos castigos ejemplares.
Pero Tamar mandó decir a su suegro: ”Del varón cuyas son estas cosas. Estoy en cinta” (38,25)
26 Los reconoció Judá, y dijo: “Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Selá, mi hijo.” Pero no volvió a conocerla más.
Recordemos que en el lenguaje bíblico “conocer” significa tener coito.
Esta última frase “Pero no volvió a conocerla más” hace suponer que se acostó con ella más de la vez que se cita, pero sin saber él quien era puesto que debería estar disfrazada cubriéndose el rostro como se indica en el versículo 14.
Es muy curioso el parto de Tamar, que teniendo gemelos uno asomó la mano y la partera le ató en la mano un hilo rojo para luego saber cual había nacido primero, mas él volvió a meter la mano y salió su hermano primero. Al que salió primero le llamó Fares que significa “brecha” o “rotura” (38,28-29). Al que salió segundo –el del hilo rojo- lo llamó Zara. En hebreo Zeraj que significa “escarlata”.
Al cabo de unos tres meses, le avisan a Judá que su nuera está embarazada y él dijo: “Scadala y sea quemada” (38,24)
Esto hace pensar que a tal dios tales fieles, pues ellos también tienen unos castigos ejemplares.
Pero Tamar mandó decir a su suegro: ”Del varón cuyas son estas cosas. Estoy en cinta” (38,25)
26 Los reconoció Judá, y dijo: “Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Selá, mi hijo.” Pero no volvió a conocerla más.
Recordemos que en el lenguaje bíblico “conocer” significa tener coito.
Esta última frase “Pero no volvió a conocerla más” hace suponer que se acostó con ella más de la vez que se cita, pero sin saber él quien era puesto que debería estar disfrazada cubriéndose el rostro como se indica en el versículo 14.
Es muy curioso el parto de Tamar, que teniendo gemelos uno asomó la mano y la partera le ató en la mano un hilo rojo para luego saber cual había nacido primero, mas él volvió a meter la mano y salió su hermano primero. Al que salió primero le llamó Fares que significa “brecha” o “rotura” (38,28-29). Al que salió segundo –el del hilo rojo- lo llamó Zara. En hebreo Zeraj que significa “escarlata”.
Recordando lo de Esaú y Jacob de que salió Jacob agarrado al pie de su hermano y luego le quitó los derechos de primogenitura, aquí el cambio en el orden se produce justo en el momento del nacimiento, de manera que Fares que iba el segundo se pone por delante de Zera y sale el primero para que los derechos de primogenitura sean para él.